martes, 30 de enero de 2007

El sacerdote que ocultaba la verdad

En el libro de J.J. Benítez, 100.000 kilómetros tras los ovnis (Realismo fantástico nº 72. Plaza & Janes. Primera edición: enero, 1980), se puede leer una de las entrevistas más hilarantes de la citada obra entre el autor, versado en ufología, y un sacerdote, testigo de un supuesto ovni.

El avistamiento que propicio dicha conversación sucedió hacia las tres y media de la madrugada del día 15 de noviembre de 1975, en la salida de Bocos de Duero (Valladolid). El cura venía de la población de Corrales, de dar la extremaunción a un enfermo, y se dirigía a su convento ubicado en Peñafiel.

“Atravesó la población llamada Bocos de Duero –a seis kilómetros escasos de su convento- y, cuando apenas si se había distanciado 600 u 800 metros de esta última localidad, divisó una masa enorme y rojiza por su izquierda.” (Pág. 242)

El clérigo dio media vuelta pero, como la carretera era estrecha, el coche se metió en la cuneta y quedó atrapado.

En esta historia tenemos información de un hecho peculiar que, por lo general, nunca se llega a conocer (en los casos en que el observador descubre lo que ha visto realmente) cuando se divulga una observación ovni. ¡El testigo se dio cuenta de su confusión!

En principio, la aparición de un disco rojizo cerca del horizonte le causó asombro pero cuando la ilusión se rompió, el sacerdote descubrió que el extraño fenómeno era la Luna.


El cielo, mirando hacia el oeste, del 15-11-1975 a las 3:30 horas

Si miramos las efemérides astronómicas para el día 15 de noviembre de 1975 a las 3:30 horas (GMT+1), comprobaremos que la Luna estaba en el cielo y cerca del horizonte. A la citada hora tenía un azimut de 88º 32’ (ubicado hacia el oeste) y 11º 29’ de altura.


Fase de la Luna el citado día

Si hacemos, también, las comprobaciones pertinentes en un mapa de la zona, veremos que la carretera que sale de Bocos de Duero hacia Peñafiel está orientada hacia el oeste y si trazamos el azimut de la Luna, desde la ubicación del testigo, comprobaremos que ésta queda a la izquierda del observador (osea, donde estaba el ovni). Por lo tanto, estos datos dan la razón al sacerdote y refuerzan su explicación: ¡que vio la Luna!


Posición aproximada del testigo y azimut de la Luna

A continuación reproduzco algunos fragmentos del diálogo surrealista que mantuvieron el periodista, intentando convencer a su entrevistado de que vio un ovni, y el sacerdote, manifestando a su entrevistador que tuvo una confusión con nuestro satélite.

En cursiva y negrita los comentarios y preguntas del investigador y en cursiva normal las contestaciones del testigo:

“Y el padre, desde detrás de sus gafas de montura negra, se adelantó a mis explicaciones y me soltó con tono agrio:
-Todo ha sido una broma.

-Pero, ¿qué me dice del testimonio de Piñel y de los vecinos de Peñafiel...?
-Si todos los ovnis son como lo que yo vi...

...Hice un último intento. Y presioné. El sacerdote, cada vez más molesto, respondió.


-Yo vi la Luna.
(Pág. 241)

...Concluida mi apretada exposición, y ya en las escaleras del convento, el hombre –tozudo como una mula- murmuró:
-Y yo te sigo diciendo que todo fue una broma. Aquello era la Luna...


...A mí, padre, no me engaña. Dígame la verdad...
-Yo sólo vi una cosa redonda y roja como la Luna y junto a las peñas. Y me extrañó... Pero te digo que era la Luna.

-No empecemos de nuevo. Usted parece un hombre sin miedo...
-Y no lo tengo. He vivido diez años en Sudamérica...

...El sacerdote se encontraba de nuevo ante un callejón sin salida. Y terminó por reconocer:

-Yo vi algo raro. Aquello estaba quieto. Y después se fue por detrás de las rocas...

-Qué luna más extraña, ¿no le parece?
-Sólo te puedo decir que ‘aquello’ estaba allí y que en aquel silencio de la noche, como se escuchan tantas cosas sobre ovnis en la televisión...
(Pág. 245)

Total, que la entrevista terminó como empezó:

...Usted le tiene miedo a la Verdad.
-Le digo que fue la Luna.
-Sí, claro...
(Pág. 246)


En fin, lo cierto es que nuestro satélite estaba, esa madrugada, en la ubicación del imaginario ovni y el testigo así lo reconoce. Después de leer esta historia, uno se pregunta ¿En cuántos casos habrá ocurrido algo similar (que el testigo se haya dado cuenta de su error) y que gracias, entre otras causas, a una inadecuada investigación de campo sigan inexplicados?

viernes, 12 de enero de 2007

Cuatro horas de observación

Vuelvo, de nuevo, a la década dorada de la ufología hispana. En esta ocasión, La Gaceta del Norte, del día 20 de diciembre de 1975, nos sorprendía con la observación de un ovni que duró unas cuatro horas. La noticia comenzaba de esta manera:

“La oleada ovni sobre la región –una de las más intensas de los últimos tiempos- no parece haber decrecido.
Esta vez, el objeto ha permanecido sobre los cielos de Valmaseda y alrededores por espacio de más de cuatro horas.”

El protagonista de este avistamiento fue F.L.G., bombero-rana del Parque de Bomberos de Bilbao, que hacia las 20:30 horas del día 3 de noviembre observó desde una de las ventanas de su domicilio, en Balmaseda (Vizcaya), una extraña luz en el cielo:

“De pronto, hacia el N.E. , observé una luz extraña. Estaba inmóvil, aunque tenía el clásico balanceo de algunos de estos aparatos. Y observé también una especie de luz intermitente con una cadencia de unos cuatro o cinco segundos. Era como una luz periférica que fuera dando vueltas por el borde exterior del objeto.”

F.L.G. fue a llamar a un vecino (F.M.) y estuvieron contemplando el ovni, con unos prismáticos de 8 x 30, durante unos 20 minutos. En total hubo cuatro testigos, F.M. y su mujer, una vecina llamada Olga y F.L.G.

“¿Y qué forma tenía?
La luz blanca era muy potente –como la de soldadura- y no se apreciaba la forma con exactitud. Pero yo creo que tenía un tipo esférico o circular. Además de aquella luz intermitente cada cuatro o cinco segundos lanzaba también de vez en cuanto una serie de destellos muy rápidos y del mismo color blanco. Nacían del centro del aparato.”


“¿A qué altura se encontraba?
Bastante elevado. No bajaría de los 13.000 ó 14.000 metros. En cuanto a la inclinación, quizá fueran unos 50 grados.
Pues bien, a pesar de la considerable altura, el tamaño que nosotros apreciábamos era considerable. Algo así como la octava parte de la Luna.”


F.L.G. y F.M. decidieron perseguir al ovni y se dirigieron hacia la zona de Arla, ubicada a unos 4 kilómetros de la población. Allí permanecieron durante tres horas, hasta las 23:30 horas, contemplando la, para ellos extraña, luz blanca que había en el cielo.

“No cabía duda –comentó F.L.G.- de que aquello estaba tripulado. Yo estoy convencido de que estos ovnis no son otra cosa que naves extraterrestres con una capacidad técnica admirable. Esas civilizaciones que las tripulan deben llevarnos miles o millones de años de adelanto...”

Como F.M. tenía que madrugar regresaron a casa. Sin embargo, F.L.G. volvió a la zona de Arla y allí estuvo hasta que la niebla terminó por ocultar al ovni. Eran las 0:30 horas.

Según la información dada por el diario bilbaíno, el avistamiento se reduce a la visión de una luz brillante blanca más pequeña que la Luna (una octava parte), aparentemente inmóvil en el cielo, extraña para los testigos y observada durante cuatro horas. Durante las noches de ese otoño de 1975, Júpiter era visible por el Este con un brillo superior al habitual (magnitud –2.9) y llamando poderosamente la atención en el firmamento. De hecho, durante esos meses, el citado astro provocó numerosas observaciones ovni.

A pesar de que se indica el NE (¿hay un error en la dirección?), lo cierto es que la ventana, desde donde el observador vio la extraña luz, mira hacia el SE y en esa dirección, a las 20:30 horas (GMT+1) del mencionado día, estaba en el cielo el aludido planeta. Tenía un azimut de 301º (visible hacia el SE) y unos 35º de altura sobre el horizonte.


Por otra parte, hay que señalar que, aparte de los cuatro testigos, nadie más del pueblo y alrededores observó el “extraño objeto” luminoso o, al menos, no tenemos noticias de otros observadores.

Esto ya nos da una idea de lo "extraordinario" que era el fenómeno observado. Teniendo en cuenta, además, la descripción del ovni, las características de la observación, las creencias del observador y otros indicios, la observación de Balmaseda apunta, inevitablemente, a una confusión con el citado planeta.