lunes, 22 de octubre de 2007

Dos extraterrestres en Bilbao

En el mes de agosto de 1976, la prensa local publicó un llamativo suceso ocurrido en una barriada de la capital vizcaína. Un niño observó dos seres extraños, de corta estatura y aspecto grotesco, en las cercanías de su domicilio.

La Gaceta del Norte del miércoles día 4, en un alarde de “rigurosidad”, iniciaba de esta forma la increíble noticia:

“DOS EXTRATERRESTRES SE LE APARECIERON A UN NIÑO EN BILBAO

Está claro que Vizcaya, al igual que otras zonas de la geografía española y mundial, está siendo escenario de continuas apariciones de naves extraterrestres y lugar que los seres que nos visitan desde otros planetas han escogido para hacerse ver con mayor asiduidad. Numerosos avistamientos son testimonio de esto que acabamos de decir.”

Este tipo de comentario, relacionado con el tema ovni, era habitual en la prensa de aquella época. Resulta innegable la influencia que toda esta información sensacionalista ejercía sobre la población, sobre todo la infantil y adolescente (más impresionable). Y no era extraño que surgiesen testimonios como el que vamos a ver.

La supuesta aparición se produjo sobre las 23:00 horas del día 1 de agosto, domingo, en el barrio bilbaíno de Buia y tuvo como protagonista a un niño de 10 años de edad. A continuación incluyo un resumen del caso publicado por El Diario Vasco el 5 de agosto.



Nueve años después, Luis Alfonso Gámez Domínguez, Luis Miguel Ortega Gil y Fco. Javier Pereda Suberbiola, realizaron una encuesta del suceso:

“El sábado 20 de abril de 1985 nos desplazamos hacia Buya, barrio extra-radial de la capital vizcaína, para entrevistar al testigo de la observación, y llevar a efecto la encuesta. Sin embargo, la negativa de su madre fue rotunda: Lorenzo, ni recordaba el suceso, ni quería comentarlo. Ante tal situación, nos vimos obligados a interrogar a los vecinos del testigo, obteniendo una información útil que, unida a nuestras propias apreciaciones, nos permitió elaborar una explicación plausible que recogimos en un informe de trabajo (3), que es el fundamento del presente escrito.”
(Buya: ¡Que viene el “Coco”!, Cuadernos de ufología, año V, nº 17, enero 1987. pp 10-18)

Los autores del artículo llegaron a esta conclusión:

“...Adoptamos como explicación más plausible aquella que hace referencia a una confusión o incorrecta interpretación del testigo de un estímulo inteligible en otras condiciones. Y, por lo tanto, proponemos incluir este supuesto Tipo I (Humanoides) como PROBABLE CONFUSIÓN...”
(Pág. 15)


(3) “Informe sobre la supuesta aparición de dos humanoides en el barrio bilbaíno de Buya durante el mes de agosto del año 1976”.
Luis A. Gámez, Luis M. Ortega y Javier Pereda. Informe inédito, 2 de mayo de 1985 (6 págs.)

jueves, 4 de octubre de 2007

Cuando Venus juega malas pasadas

Dejo, de momento, la década de los setenta para dar un salto en el tiempo hacia adelante y ubicar a los lectores en el año 1989, concretamente en el día 5 de diciembre. En la tarde-noche de la citada jornada se produjo un avistamiento ovni en Galicia que fue reflejado en el expediente del Ejército del Aire: 891205, EVA 10 y que se hizo publico en el año 1996.

Sobre este suceso hay, también, un artículo escrito por Manuel Carballal y publicado en Internet en tres ocasiones (que yo sepa): La noche de los ecos imposibles. En el citado trabajo su autor relata, tras una serie de peripecias, sus contactos, entre otros, con el controlador aéreo Eladio Tapia, del aeropuerto de Labacolla, y escribe:

“...Lo que el controlador aéreo me estaba entregando era un informe en el que se detallaban los sorprendentes sucesos que se produjeron en el espacio aéreo nacional el 5 de diciembre de 1989, y que tuvieron como directos protagonistas a un astrónomo amateur, a un cuartelillo de la Guardia Civil, a un Centro de Control de Tránsito Aéreo y al Escuadrón de Vigilancia Aérea número 10 del Ejército del Aire español. Aquellos fascinantes documentos recogían uno de los incidentes OVNI más interesante de los acontecidos en España en los últimos años, y que hasta ese instante había permanecido en el más sepulcral secreto.” (La noche de los ecos imposibles, junio 2005)

Por lo visto, todo empezó cuando un astrónomo amateur, que estaba contemplando el cielo (al atardecer) desde O Castro con un telescopio, vio una extraña luz de color blanco entre Santiago de Compostela y A Coruña (hacia el sur-suroeste). Dio aviso a la Guardia Civil de... (aquí surge una pequeña duda, Carballal dice que del puesto de Sada y el informe del MOA dice que de Castro). Sea como fuere, salieron del cuartelillo y comprobaron que, efectivamente, en la dirección indicada había un ovni.

A las 19:43 horas locales (GMT+1) dieron aviso al aeropuerto de Labacolla, poniéndose en contacto con el controlador de servicio, que era Eladio Tapia.

“...Eladio Tapia, llamó a Control de Tráfico Aéreo de Madrid para dar cuenta, y se notificó a Defensa, que no apreciaba objetos no identificados en pantalla. Entonces, EVA-10 llamó al controlador civil gallego y solicitó la posición de la observación visual. Desde entonces, tanto el radar civil como el militar tuvieron ecos anormales en sus monitores, mostrando un inusual y repetido cambio de posición y altura (que iba de un mínimo de 6.000 metros a un máximo de 23.000 metros).”
(Vicente-Juan Ballester Olmos, ¡DESCLASIFICACIÓN! ARCHIVOS OVNI MILITARES AL DESCUBIERTO: EL CASO ESPAÑOL. Pág. 10)

Más información sobre los ecos anómalos de esa noche pueden encontrarla ustedes en los artículos enlazados en esta entrada.

Carballal, descartando la explicación astronómica, escribe:

“...Así que, siguiendo buenos consejos, acudí a la Asociación Astronómica de La Coruña. Su secretario me facilitó los datos astronómicos del 5 de diciembre de 1989, y el mapa estelar de esa noche. Según los astrónomos tanto Venus como Marte, dos cuerpos celestes que en ocasiones han sido confundidos con OVNIs, permanecían en esos momentos por debajo del horizonte. Por supuesto, el hecho de que fuese un astrónomo amateur el que, mientras observaba el cielo con su telescopio hubiese alertado a la Guardia Civil sobre el objeto, hacía improbable la confusión con el famoso Venus (sic). Pero los datos astronómicos de esa noche lo hacían además imposible...” (El ojo crítico, agosto 2007)

Pero resulta que esa información astronómica es incorrecta. A las 19:43 horas (GMT+1), ¡Venus sí era visible en el cielo! Estaba por encima del horizonte en el momento de la observación. A la hora mencionada tenía un azimut de 43º 24’ y una altura de 10º 32’ (ubicado hacia el Suroeste y coincidiendo con la posición del “ovni”). Su ocaso se produjo, esa noche, hacia las 21:05 horas locales. Cualquiera puede comprobar estos datos mirando las efemérides astronómicas de la tarde-noche del día 5 de diciembre de 1989.

El cielo, mirando hacia el SO, a las 19:43 h. del 5-12-1989

Además, suponiendo que hubiese habido una luz misteriosa esa noche hacia el suroeste, los testigos tendrían que haber visto dos luces (el ovni y Venus). Sin embargo, los observadores hablan de una luz que, por supuesto, era el planeta Venus, ya que estaba allí.

Azimut de Venus a las 19:43 horas

Como dato curioso (por contradictorio) Carballal, desechando otras posibles explicaciones aeronáuticas o meteorológicas, escribe en la primera versión de La noche de los ecos imposibles (junio 2005):

“...El informe de ese día que recogí en el Instituto Meteorológico de La Coruña indica que no había fenómenos atmosféricos inusuales, y el globo-sonda no se lanzó hasta 4 horas después del incidente.”

Sin embargo, en El ojo crítico, nº 54 (mayo 2007) escribe:

“...El globo de sondeo meteorológico se había lanzado, desde el observatorio más cercano, a las 11 de la mañana, y había explotado horas antes del avistamiento.” (el resaltado es mío)

Esa noche, y coincidiendo con la visión de la “extraña” luz (del planeta Venus), se produjeron una serie de ecos anómalos en los radares civiles y militares e interferencias y embrollo radio que los relacionaron con lo que creían que era un ovni. Esta cadena de anomalías no tiene ninguna relación con el supuesto ovni porque, como ya hemos visto, era Venus. De hecho, en cierto momento, el eco extraño aparecía cerca de unos aviones civiles. Pidieron confirmación visual a los pilotos con resultado negativo.

Sobre esta sucesión de extrañezas reproduzco la siguiente información:

¿Fue un caso de fallo de propagación radioeléctrica causado por condiciones meteorológicas lo que produjo falsos ecos de radar? En un análisis del fenómeno, así lo cree el ingeniero de telecomunicaciones Manuel Borraz. El colapso de radiofrecuencias en la zona occidental de Galicia (problemas de comunicación tierra-aire) en aquellas horas parece sugerir esa posibilidad. Hay indicaciones objetivas de que esto sucedía al menos desde las 20,47 horas. Incluso pudieron haberse manifestado desde antes y pensamos que fueron in crescendo hasta el punto de activar los códigos de emergencia de los aviones e incluso de una baliza terrestre de SOS.
Dice Borraz: “Este hipotético empeoramiento de las condiciones de propagación hacia las 20,47 horas podría haber sido también la causa de la intensificación del eco anómalo detectado desde el EVA-10, mencionada en las anotaciones del controlador civil”
(Vicente-Juan Ballester Olmos, ¡DESCLASIFICACIÓN! ARCHIVOS OVNI MILITARES AL DESCUBIERTO: EL CASO ESPAÑOL, pp. 11 y 12)

Para concluir, en las dos primeras versiones de La noche de los ecos imposibles (junio 2005 y mayo 2007) es posible que Carballal creyera que Venus no era visible en la susodicha “noche de ovnis”. Pero cuando publicó la tercera versión del citado artículo (agosto 2007) sí sabía que el lucero vespertino era visible durante la observación. Se lo hizo saber un servidor en la lista mundo-misterioso (mensaje nº 30828, del 21 de mayo de 2007). Por lo que se ve, se le ha olvidado o ha hecho caso omiso de un dato que resulta muy esclarecedor en este supuesto incidente ovni.